El irrigador bucal es un elemento de higiene imprescindible para muchos de nuestros pacientes. En concreto, quienes usan brackets diferentes a la técnica Invisalign no saben vivir sin él, como también es un amigo fiel de nuestros pacientes con implantes dentales.
En general, todo el mundo se beneficia del uso del irrigador bucal, que ya no es exclusivo de los odontólogos. Si no sabes cómo usar un irrigador bucal correctamente y cómo aumentar su vida útil, te invitamos a leer el siguiente artículo. Y si tienes dudas más específicas sobre este o cualquier otro tema relacionado con la salud dental de tu boca, contacta con nosotros.
¿Qué es un irrigador bucal?
Si ya tienes una edad, tal vez llegaste a pensar en algún momento que te gustaría tener en tu propia casa ese aparato que emite un fino chorro de agua a presión y consigue arrastrar cualquier resto de suciedad. En tal caso te llevarías una alegría al ver los primeros irrigadores bucales en las farmacias, avalados por los profesionales de la salud y provistos de garantía.
Si perteneces a la generación Z, te costará creer que no hace muchos años, aunque existían los irrigadores bucales, eran un utensilio caro que solo usaban algunos pacientes por recomendación de su odontólogo.
Un irrigador bucal es un aparato eléctrico, por lo general, que complementa la limpieza bucal del cepillo y el dentífrico, emitiendo un chorro de agua a presión que arrastra los restos de suciedad con los que le hilo dental o los cepillos interproximales no pueden, a la vez que masajea las encías. Resulta imprescindible en la higiene dental de quienes tienen brackets o coronas dentales, pero ha ido ganando adeptos gracias a, si se nos permite el juego de palabras, el boca a boca.
¿Para qué sirve un irrigador bucal?
El irrigador bucal sirve para hacer la limpieza de la boca más completa y para cuidar las encías. De hecho, muchas personas lo han probado al escuchar a conocidos contar cómo sus problemas de gingivitis recurrentes habían desaparecido al introducir este aparato en la rutina de limpieza diaria de la boca.
En efecto, hace maravillas en las encías, pero no sirve cualquier irrigador. Para que la limpieza sea efectiva, el chorro de agua debe tener una presión elevada, pero si se aplicara esa presión en unas encías muy inflamadas se produciría una hemorragia. Por eso los buenos irrigadores bucales disponen de diferentes intensidades para la presión del chorro de agua, de manera que se puedan usar valores bajos al comienzo e ir aumentando cuando las encías se vayan saneando.
También incluyen varios accesorios diferentes para unir al emisor del chorro de agua, pues cada uno tiene una función específica en la limpieza de la boca. No todo el mundo necesita usar los cinco o seis accesorios que acompañan a los buenos irrigadores, pero nunca está de más tenerlos. Desconfía de esos irrigadores dentales de chorro débil y una única potencia, con un solo tipo de cabezal.
¿Cómo usar un irrigador bucal?
Antes de nada, cepilla la boca con tu cepillo manual o automático (suele ser mejor el automático) y un dentífrico adaptado a tus necesidades específicas. Hazlo concienzudamente, como si no fueras a usar el irrigador. Después, pasa el hilo dental o el cepillo interproximal por los espacios donde hayan podido quedar restos de alimentos.
Antes de utilizar el irrigador, lee antes las instrucciones del fabricante, donde te explicará para qué es cada accesorio y el ángulo más adecuado con el que debería incidir el chorro en relación con la superficie del diente.
- Empieza con un chorro a la máxima potencia que toleres sin que cause sangrado o cuando este sea residual, y ve aumentando la potencia a medida que mejore el estado de salud de tus encías.
- Selecciona los cabezales más adecuados para cada pieza dental o para cada zona de la boca,
- Pasa el chorro por cada diente y cada muela, cada espacio entre dos piezas y también por el borde de las encías, para eliminar mayor cantidad de placa bacteriana.
Por último, utiliza ahora el colutorio para obtener un efecto refrescante o para añadir alguna función de tratamiento a tu limpieza de boca.
¿Cómo limpiar un irrigador bucal?
Si, por el motivo que sea, han pasado dos días sin que hayas utilizado tu irrigador bucal, conviene vaciar el depósito para evitar usar agua que podría estar contaminada.
Al margen de la precaución frente a contaminaciones bacterianas, un irrigador bucal requiere de un mantenimiento en forma de limpieza periódica para alargar su vida útil.
Si vives en una zona de aguas duras, deberás limpiar tu irrigador bucal más a menudo para evitar que los conductos más finos se obstruyan con restos de cal.
Esta limpieza se puede llevar a cabo con una solución específica, haciendo pasar por el irrigador un depósito completo de agua salada (vigila que la sal esté bien disuelta) o utilizando vinagre.
Además, cada 2 o 4 semanas conviene limpiar los accesorios que acoplas al irrigador. Para ello basta con dejarlos unas horas en agua con un poco de lejía (entre el 1 y el 2 %), aclarándolos bien solo con agua antes de volver a utilizarlos. Los restos de calcificaciones en los accesorios los previenes dejándolos colocados, alternándolos, cuando realizas el tratamiento con la solución adecuada.
Todo el mundo se beneficiará del uso de un buen irrigador bucal porque complementa la limpieza dental a la vez que mejora el estado de las encías, pero hay tres tipos de pacientes para quienes este aparato resulta imprescindible: personas con brackets, personas con implantes o con coronas y aquellos que presentan problemas de encías a menudo.
Ten en cuenta que no todos los irrigadores del mercado son capaces de ofrecer esta limpieza completa que te hemos explicado y que, en principio, no sustituyen al hilo dental o a los cepillos interproximales. Recuerda también que los irrigadores bucales necesitan de un mantenimiento para que no se obstruyan los conductos por los que circula el agua y de una limpieza periódica de los accesorios para evitar posibles contaminaciones por microorganismos indeseados. Si tienes dudas, puedes consultarnos.